Hace unos días, mientras escuchaba un disco de uno de mis grupos favoritos, “La oreja de Van Gogh”, me llamó mucho la atención una canción llamada “perdida”, mientras la oía podía identificarme mucho con ella, tal vez como también lo hicieron cuando la escucharon muchas otras personas más, pero lo que más me impactó de la letra, fue una parte donde decía una realidad muy cierta: “¿Cuántos gramos pesa mi alegría…? ¿Cuánto pesa el miedo a ser feliz?” la respuesta en la primera pregunta, pareciera que se mide en gramos… la de la segunda desgraciadamente pesa demasiado como para ponerle un patrón de medida.
Aunque suene paradójico de pensar, el hombre pasa su vida buscando la felicidad, intentando ser feliz, soñando con ser amado y tener una vida casi perfecta, pero cuando tiene todo esto enfrente sale huyendo despavorido y paralizado por ese miedo inexplicable que se siente cuando se esta a punto de alcanzar lo que tanto se había soñado.
Aquella canción me recordó a cierta amiga que me decía aterrorizada “¡Tengo miedo de enamorarme y que me hieran! ¿Qué hago? Tengo mucho miedo…” también se me vino a la mente aquella escena, de cuando iba en el tren con otra de mis amigas mientras ella me comentaba casi orgullosa de su hazaña “Pues yo nunca me he enamorado… ¡y espero no hacerlo!... aunque sería lindo…”, “entonces por que no quieres enamorarte”, le dije, “!Ay no! ¡Imaginate que miedo si no me corresponden!”.
Frases como estas, desfilan por la vida de hombres y mujeres todos los días, y claro, no pude dejar de pensar en mis experiencias personales, pues pronto invadieron mi memora aquellas palabras dichas por una de las personas que mas quiero: “Te amo… pero tengo mucho miedo… porque nunca me había enamorado… y me voy a perder… y cometeré muchas locuras por ti… me asustas… me estoy clavando mucho… mucho…” estas tal vez han sido las palabras mas sinceras y emotivas que he escuchado de una persona, y a la vez que las oía podía ver la emoción con que se pronunciaban, el temblor de los labios, un verdadero miedo en los ojos…
Y aún sigo preguntándome ¿Cómo hago que se vayan esos absurdos miedos? ¿Dónde esta el verdadero origen del temor? Es curioso, pero generalmente los que son asaltados por este tipo de miedos, son en su mayoría los hombres, aunque muchas veces no lo quieran aceptar, sobre todo cuando se trata de cuestiones amorosas; Tal vez la razón sea porque como decía el famoso dramaturgo y novelista irlandés Oscar Wilde “Un hombre puede ser feliz con cualquier mujer mientras que no la ame”. ¡Vaya condiciones!
Creo que Voltaire, el escritor francés, no se equivocaba al decir que “Buscamos la felicidad, pero sin saber dónde, como los borrachos buscan su casa, sabiendo que tienen una”, nunca perdemos la esperanza de encontrarla, sin saber que la felicidad esta en el interior de nosotros, y no allá afuera. No se trata de hacer felices a los demás, si no de compartir nuestra felicidad con todos los que nos rodean, y que a su vez, ellos nos transmitan la suya.
La felicidad, es algo tan complejo y difícil de entender por todas las paradójas que lleva implícita, se compone de momentos, no de periodos, es esporádica y así como viene se va, por algo dijo el escritor belga Maurice Maeterlinck, que “cuando uno dice que sabe lo que es la felicidad, se puede suponer que la ha perdido”. La felicidad es como un perfume que se tiene a veces, un aroma agradable que nos hace soñar y después se lo lleva el viento… intentamos seguirlo, correr tras aquel olor que se esfuma en el aire, agitamos los brazos y corremos para atraparlo de nuevo y que se quede con nosotros, pero así no es la felicidad, pues así como llega se va…
Y después de todo este soliloquio acerca de la felicidad, me despido de usted apreciable lector, tengo que irme, no vaya a ser que me deje, el autobús que podría llevarme a encontrar la felicidad que tanto he buscado y a la que por supuesto no le temo… y usted ¿Ya encontró la felicidad o todavía la está buscando? Fíjese bien, podría estar más cerca de lo que se imagina, donde menos la espera...
Aunque suene paradójico de pensar, el hombre pasa su vida buscando la felicidad, intentando ser feliz, soñando con ser amado y tener una vida casi perfecta, pero cuando tiene todo esto enfrente sale huyendo despavorido y paralizado por ese miedo inexplicable que se siente cuando se esta a punto de alcanzar lo que tanto se había soñado.
Aquella canción me recordó a cierta amiga que me decía aterrorizada “¡Tengo miedo de enamorarme y que me hieran! ¿Qué hago? Tengo mucho miedo…” también se me vino a la mente aquella escena, de cuando iba en el tren con otra de mis amigas mientras ella me comentaba casi orgullosa de su hazaña “Pues yo nunca me he enamorado… ¡y espero no hacerlo!... aunque sería lindo…”, “entonces por que no quieres enamorarte”, le dije, “!Ay no! ¡Imaginate que miedo si no me corresponden!”.
Frases como estas, desfilan por la vida de hombres y mujeres todos los días, y claro, no pude dejar de pensar en mis experiencias personales, pues pronto invadieron mi memora aquellas palabras dichas por una de las personas que mas quiero: “Te amo… pero tengo mucho miedo… porque nunca me había enamorado… y me voy a perder… y cometeré muchas locuras por ti… me asustas… me estoy clavando mucho… mucho…” estas tal vez han sido las palabras mas sinceras y emotivas que he escuchado de una persona, y a la vez que las oía podía ver la emoción con que se pronunciaban, el temblor de los labios, un verdadero miedo en los ojos…
Y aún sigo preguntándome ¿Cómo hago que se vayan esos absurdos miedos? ¿Dónde esta el verdadero origen del temor? Es curioso, pero generalmente los que son asaltados por este tipo de miedos, son en su mayoría los hombres, aunque muchas veces no lo quieran aceptar, sobre todo cuando se trata de cuestiones amorosas; Tal vez la razón sea porque como decía el famoso dramaturgo y novelista irlandés Oscar Wilde “Un hombre puede ser feliz con cualquier mujer mientras que no la ame”. ¡Vaya condiciones!
Creo que Voltaire, el escritor francés, no se equivocaba al decir que “Buscamos la felicidad, pero sin saber dónde, como los borrachos buscan su casa, sabiendo que tienen una”, nunca perdemos la esperanza de encontrarla, sin saber que la felicidad esta en el interior de nosotros, y no allá afuera. No se trata de hacer felices a los demás, si no de compartir nuestra felicidad con todos los que nos rodean, y que a su vez, ellos nos transmitan la suya.
La felicidad, es algo tan complejo y difícil de entender por todas las paradójas que lleva implícita, se compone de momentos, no de periodos, es esporádica y así como viene se va, por algo dijo el escritor belga Maurice Maeterlinck, que “cuando uno dice que sabe lo que es la felicidad, se puede suponer que la ha perdido”. La felicidad es como un perfume que se tiene a veces, un aroma agradable que nos hace soñar y después se lo lleva el viento… intentamos seguirlo, correr tras aquel olor que se esfuma en el aire, agitamos los brazos y corremos para atraparlo de nuevo y que se quede con nosotros, pero así no es la felicidad, pues así como llega se va…
Y después de todo este soliloquio acerca de la felicidad, me despido de usted apreciable lector, tengo que irme, no vaya a ser que me deje, el autobús que podría llevarme a encontrar la felicidad que tanto he buscado y a la que por supuesto no le temo… y usted ¿Ya encontró la felicidad o todavía la está buscando? Fíjese bien, podría estar más cerca de lo que se imagina, donde menos la espera...
Roxana Nayelli Gutiérrez Zepeda
me parece muy bueno tu comntario y asi es desgraciadamente las personas ponemos obstáculos a la felicidad, nos ponemos trabas, armamos unplan antes de ver q es lo q realmnt pasará, pero iwal m sineto identifikda con lo q escibes ya q si uno ha pasado porsituaciones q antes las creía lo máximo y resultaron lo q nno esperabas, ps es por eso q ahora la felicidad causa miedo y terror al pensar q puede pasar o mismo.
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