miércoles, 31 de marzo de 2010

“Amor de lejos, ¡Es de pen… sarse!”

Cuando uno se enamora, parece como si todos nuestros males desaparecieran por momentos; sonríes a todo el mundo, actúas con amabilidad, suspiras, sientes que vas en una nube rosa de algodón de azucar, flotando… y en ese momento, nada nos importa, sólo el ser amado… En conclusión: “¡Todo es maravilloso!”, pero la realidad muchas veces es otra, y la vida no es tan rosa como la pintan nuestros sueños, mucho menos, cuando la persona que amamos, se encuentra lejos...

Siento mucha pena por todas aquellas mujeres que viven todos los días enamoradas, ilusionadas y con la angustia de no poder estar con su amado; en verdad, puedo imaginar la desesperación que sienten… todo esto, suena como una historia sacada de algún melodrama, pero ocurre todos los días en la vida real. ¿Saben cuántas jovencitas (y no tan jóvenes también) se quedan esperando mientras sus novios (o esposos), trabajan en Estados Unidos, o peor aun ¡Viven en otro país más lejano!? La cantidad es enorme, pero no se compara con aquellas que viven esperando a un amor al que tienen físicamente al lado pero sentimentalmente a mil años luz de distancia y puedo comprender sus temores, porque sé que tarde o temprano, entrarán en esa terrible disyuntiva entre seguir la relación o rehacer sus vidas con otra persona.

No se qué tienen las distancias, que hacen que en tu camino se crucen todas las oportunidades que antes no tuviste: de pronto, los hombres que alguna vez te gustaron y no te hacían caso, comienzan a acercarse a ti, es algo perverso, como si el destino tratara de seducirte y hacer que caigas en su trampa… a veces lo logra, otras veces no, y en ocasiones, a nuestra pareja le sucede lo mismo…

Desgraciadamente para las mujeres, la mayoría de los casos, aquella ilusión se termina convirtiendo en un amor platónico, en algo imposible, en todo lo que no pudo ser, en aquel cariño que fue roto por la lejanía… pero ¡Así es la vida!, primero mucho amor y luego se va…

Las primeras semanas después del alejamiento, son de constante sufrimiento y alegría a la vez: él llama y escribe hasta dos o tres veces al día, pero tú sufres por el hecho de no tener cerca a esa persona y ¡lo extrañas más a cada segundo que pasa!, es toda una tortura sentimental. Poco a poco, las llamadas y las cartas comienzan a hacerse cada vez con menos frecuencia, lo que obviamente, nos enoja, preocupa o de plano termina por encajarse como una espina en nuestro pecho, hasta que un día, aceptamos que hemos sido engañadas, y caímos en una trampa cruel del destino.


De pronto, ya ni siquiera recibimos una llamada, mucho menos una carta, y si acaso llega a comunicarse con nosotras, será para decirnos “muy amablemente” que esa relación ya no puede segur así y que lo mejor es cortar cualquier tipo de esperanza de volver a estar juntos, al menos por un buen tiempo, o tal vez para siempre…

¿Qué es esto? ¿Acaso somos masoquistas? Sé que en estos momentos, deben estar diciendo que nada de lo que digo es cierto para su caso, que a ustedes no les va a pasar, y estén gritando por dentro que su historia es distinta, que eso no puede ser… pero ¿olvidan algo? El amor ciega, y muchas veces no nos deja ver las cosas como son. No pretendo romper sus ilusiones, ni tampoco quiero darles muchas esperanzas, pero de 10 mujeres que he conocido en esta situación, solamente 2 han tenido éxito en este tipo de relaciones…

Las ocho restantes, han terminado destrozadas, desilusionadas y muy afectadas emocionalmente. Sólo deseo que la próxima vez que se encuentren ante un caso así (si no es que ya lo están) piensen mas de 2 veces lo que van a hacer y no tomen ninguna decisión hasta estar lo suficientemente seguras; ¿Están dispuestas a sacrificar todo ese tiempo de su vida por algo que tal vez nunca será y dejarán pasar todo ese mundo de oportunidades que tienen frente a ustedes? Parece fácil, pero no lo es… espero que este testimonio de una mujer abandonada las haga pensar un poco en la dificultad que implica tener una relación a distancia:

“Lo conocí en una cena, aquella noche platicamos, bailamos hasta el amanecer; sentí algo especial desde la primera mirada… pasaron los días y no fuimos conociendo mejor, teníamos mucho en común, pero ninguno de los dos se atrevió a revelar sus sentimientos, tal vez por vergüenza, o por temor; y así transcurrió el tiempo, llegó el día en que por desgracia tuve que regresar a México, ¡Qué lástima que él sea extranjero!, en esos momentos sentí ganas de dejar todo mi equipaje y echarlo a él en la maleta, o secuestrarlo para traerlo conmigo, así no habría ya nada que nos separara… pero desgraciadamente, no pude hacerlo. Regresé y un par de días después, me escribió una carta en la que me decía que me extrañaba, que no había dejado de pensar en mí, que se había enamorado y sentía una gran ansiedad por estar conmigo. En ese momento, mi corazón dio un vuelco y a la vez sentí impotencia, al no poder estar con él, nostalgia y coraje de no tenerlo aquí para abrazarlo, besarlo y decirle tantas cosas… Él me dijo que haría lo que fuera por estar conmigo, incluso dejar su país y familia. Yo estaba muy ilusionada, felíz de que pronto estaríamos juntos; muchos me decían que sería demasiado complicado, pero yo los ignoraba, para mi no había imposibles, “además él me ama demasiado, y ya esta arreglando sus papeles para venirse”, me decía a mi misma. Así pasaron un par de semanas, haciendo planes, construyendo castillos en el aire, soñando y enamorándonos cada vez más, todo iba bien, hasta que de pronto, dejo de escribirme por varios días, y cuando tuve noticias de él, se disculpó diciéndome que había tenido muchas cosas que hacer y por eso no me había escrito, pero que sin embargo siempre pensaba en mi. Yo estaba algo molesta, pero el hecho de que hablara conmigo de nuevo y me dijera cosas lindas, cambió mi ánimo. Pero esta situación se volvió a repetir y los periodos de ausencia eran cada vez más largos y yo me sentía cada día más y más confundida con todo esto... la última vez que hablé con él, me dijo que tal vez no alcanzaría a juntar pronto el dinero para venirse, por lo que nuestros planes tendrían que esperar un par de meses más. Después de ese día, pasaron poco mas de dos meses y ni siquiera tuve una señal de vida de su parte, pasé días esperando una llamada… una carta… una noticia suya, pero nunca llegó, y por mi mente pasaron todo tipo de pensamientos torturantes, desde “ya no me quiere”, “le sucedió algo malo” hasta el típico “me puso el cuerno con otra”, pero un día el destino me dio la puñalada final, cuando él me escribió diciendo que me amaba pero que se había alejado porque la distancia lo hacía sufrir y siendo realistas, no podría estar conmigo. Al leer estas palabras, me sentí desgarrada, destrozada por completo, lloraba y quería gritar, sentía como iba cayendo por una espiral sin fondo, con un nudo en la garganta, sentí coraje, impotencia, desesperación y hasta angustia. Y es que en realidad lo amaba… ¡lo amaba tanto!, con todo mi ser… pero no fue suficiente… pudo más la distancia que nuestro amor, y al final, sólo recuerdos quedan en mi mente y el sabor amargo de este triste adiós…”


Roxana Nayelli Gutiérrez Zepeda
Comentarios: nayelligz@gmail.com

1 comentario:

  1. Gracias a Dios nunca he tenido experiencias de este tipo y digo gracias a Dios porque coincido con la idea de que amor de lejos es de pen.. En una relación se necesita de ambas partes y no a distancia porque si así cuesta trabajo en ocasiones mantenerse en pie aún viviendo bajo el mismo techo o el mismo aire, qué se espera uno cuando estamos a kilómetros de distancia del otro.

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