
Llegaron los amigos de mi prima y me senté a platicar con sus invitados mientras traían el pastel. Así pasaron las horas: tomando fotos y videos, entre chistes y la plática de algunas anécdotas curiosas.
Gran parte del tiempo, me dediqué a escuchar todo lo que comentaban, pero casi al final de la fiesta, me llamó la atención una conversación en particular: Mi prima, su novio (ahora esposo) y una amiga de ambos, estaban enfrascados en un tema tan interesante, que debido a su importancia y a la frecuencia de casos que se dan en nuestra sociedad, he decidido dedicar estas líneas para contarles la historia de un problema que padecemos la mayoría de las mujeres, algunas más que otras y en distinto grado de intensidad: Se trata de las cosas que hacemos cuando nuestro amor por alguien se convierte en una obsesión. Cabe señalar que éste, es un caso extremo, pero desgraciadamente real.
La amiga de mi prima, comenzó la charla manifestando su preocupación por la conducta de una de las mujeres ausentes en la reunión; la susodicha se llama Valeria, y es una mujer de mediana estatura, cabello largo y rizado, piel blanca, ojos grandes y cafés, que en aquel entonces tenía 30 años de edad (ahorita debe tener unos 34).
Unos meses atrás, mientras se divertía en un “antro” con sus amigas, conoció al que según ella era “el amor de su vida”, un muchacho 11 años menor que ella llamado Alberto. Aquella noche, este chico cometió un error: besar a Valeria. Ni siquiera se imaginaba todas las consecuencias que ese beso desencadenaría…
Al día siguiente, Vale llamó al tipo por teléfono, solamente para notificarle que como se habían besado en aquel antro, oficialmente ya eran novios. El jóven, algo sorprendido, por no desilusionarla y vivir una experiencia diferente, no tuvo de otra más que aceptar la apresurada decisión. Fue entonces cuando la amiga de mi prima, que vive en un departamento junto con Valeria, comenzó a relatar las conductas obsesivas de esta mujer:

“Vale pasa todo el día hablando de Alberto, todas las decisiones que toma las hace pensando en él; lo llama al celular o a su casa al menos cinco o más veces al día, pues se pone histérica y deprimida cuando no está con él; si no se ven, hace un drama e incluso mueve cielo, mar y tierra para ir a verlo”…
Así como aquella vez que despertó a su compañera de cuarto a las 2 de la mañana para que la acompañara en un taxi a la casa de Alberto porque no podía estar un minuto más sin él, o en el año nuevo, cuando la madre de Valeria le suplicó llorando a su hija que se quedara con ella en esa fecha especial, a lo que Vale respondió que no podía porque al día siguiente entraba a trabajar a las 6 de la mañana. ¡Qué pretexto tan poco ingenioso! Pero la realidad es que en cuanto Valeria llegó a su casa, marcó de inmediato a su chico para que pasara por ella y fueran a divertirse toda la noche.
Nuestra obsesiva amiga, no estudió mas que la preparatoria y ya tenía un buen tiempo sin trabajar; intentaron conseguirle trabajo en tres lugares distintos, pero ella no los aceptó porque le quitarían mucho tiempo y no podría ver a su novio, lo cual era inconcebible para ella, así que en vez de trabajar 8 horas en una oficina, con un buen sueldo, prefirió trabajar por las mañanas como ayudante de cocina en un puesto ambulante de comida que estaba cerca de su casa.
Esta mujer, no tiene deseos de superarse, nada le importa, su mundo gira en torno de Alberto, es más, su mundo es él. Pero aquel muchacho, vive en un mundo muy distinto al de su novia; él es un jóven que apenas comenzó su carrera, y quería hacer una maestría en Europa; tiene muchos planes, pero en esos planes no está Valeria; para él, es una relación corta, pasajera; pero ella piensa que Alberto la incluye en su futuro, por eso dice que va a comenzar a ahorrar para irse con él a Europa, que pronto se casarán y en unos años tendrá un hijo con él.

No será nada fácil para Alberto safarse de Valeria, pero la situación más difícil será para ella. Es una pena que tal vez por fin logre su cometido de suicidarse, o puede ser que su problema obsesivo se agrave mucho más con el tiempo.
De lo que sí estoy segura, es que los celos y la obsesión por alguien, son una enfermedad muy peligrosa, tanto para el que la padece, como para los que están a su alrededor.
Estas mujeres muchas veces no tienen dignidad y se humillan acosando de manera insistente a los hombres que las desprecian; se ciegan, tienen baja autoestima y nunca podrán tener una relación estable, siempre vivirán en la mediocridad, hasta que no se den cuenta de su actitud y se valoren a sí mismas como lo que son.
Este tipo de relaciones, hay que tomarlas como dice una canción: “…amores tan extraños que vienen y se van…” sólo así podremos ser conscientes sin aferrarnos a alguien y disfrutar una relación el tiempo que dure, sabiendo que algún día terminará…
Roxana Nayelli Gutiérrez Zepeda
Comentarios: nayelligz@gmail.com