domingo, 14 de febrero de 2010

"1 Día del diario de una mujer rica"

¿Qué mujer no ha soñado con casarse con un hombre guapo y rico, vivir en una mansión lujosa, comer en los mejores restaurantes, viajar por el mundo, comprar mucha ropa, zapatos, perfumes y finas joyas sin límite de precios?

La idea parece salida de un cuento de hadas, pero aún existen casos como este en nuestros tiempos; sin embargo, me he dado cuenta que no todo es miel sobre hojuelas, y no siempre hay un final feliz en estas historias. A pesar de que alguna vez también ha pasado por mi mente el típico "Si yo tuviera dinero… ¡Qué no haría! Podría solucionar la mayoría de mis problemas…" Pero aprendí una valiosa y trillada lección: el dinero no te resuelve todo en la vida.

Hacía ya un tiempo que me habían hablado acerca de una familia adinerada de Guadalajara, pero por una u otra razón, no había tenido la oportunidad de conocer a esas personas; mas cuál fue mi sorpresa cuando un día, estando de visita por el pueblo de San José de Gracia, en Michoacán, una de mis tías me anunció que le dichosa "familia ejemplar" vendría a comer a la casa.

Pronto me cambié y arreglé, a decir verdad estaba un poco nerviosa, más que nada, sentía una curiosidad enorme por saber cómo era la vida de aquella gente. Cuando llegaron me sentía algo extraña entre tantas personas que no conocía; mi tía me presentó con el señor, un hombre alto, blanco y joven que sonrió amablemente al saludarme; su esposa era una mujer rubia, delgada, como de unos 25 años; la mirada de esa mujer me inspiró confianza y al parecer ella también sintió lo mismo, pues pronto comenzamos a platicar de nuestras vidas como si nos conociéramos desde hace mucho tiempo.

Mientras estábamos sentadas en la mesa, disfrutando manjares deliciosos, llegaron los hijos de la joven pareja: un niño de 7 años, blanco, de cabello castaño y ojos claros, y una niña de 9 o 10 años, muy linda, pero con una mirada profunda y triste… de ella hablaré en otra ocasión, pues su caso también me pareció muy impactante.

Después de comer, fuimos a dar un paseo, me tocó irme en el coche de la señora. Durante el trayecto, pasamos por una famosa discoteca y aquella joven suspiró diciendo que era una pena ya no poder asistir a ese tipo de lugares debido a que su marido era exageradamente celoso, al extremo de esculcarle sus agendas y objetos personales, no dejarla salir mucho tiempo sola (incluso no la deja ir con su madre por mas de dos días), además de que la llamaba por el celular casi a cada 5 minutos.

Pensé en darle alguna opción para que solucionara su problema, entonces, le dije que por qué no salían una noche a divertirse juntos, a lo que ella me respondió: "!Uy no¡ No me gusta ir a esos lugares con mi marido… es que…. A él le gusta mucho tomar… y cuando bebe demasiado, se transforma en otra persona… se pone muy mal… es agresivo y se enoja por cualquier cosa. Una vez llegó a la casa tan tomado y furioso, que me golpeó brutalmente sin razón alguna… estuve tres días en cama, con moretes y golpes por todo el cuerpo. Vivo con un miedo terrible todos los días, sobre todo cuando él se emborracha con sus amigos… yo sólo me encomiendo a Dios y ¡comienzo a rezarles a todos los santos para que no se salga de sus cabales! No creas… el dinero no lo es todo… hay muchas cosas que ni con todo el dinero del mundo podrían regresarme la paz y la felicidad… "

Aquella confesión me dejó sin habla por unos instantes, no sabía qué decirle a aquella mujer, lo único que se me vino a la mente en ese momento, fue preguntarle ¿por qué a pesar de todo seguía con el? ¿Por qué no lo denunció? La respuesta, fue la misma que dan muchas mujeres que son víctimas de este tipo de abusos y maltratos: Por miedo, la necesidad de proteger al resto de su familia de cualquier barbaridad que un hombre con mucho dinero puede cometer.

Y como ésta, hay muchas otras razones: los hijos, el qué dirá la gente, a veces, incluso la dependencia que se tiene hacia la otra persona. ¿Hasta cuando vamos a permitir que cosas como esta sigan pasando? ¿Por qué no le quitamos de una vez por todas esas máscaras a la sociedad y mostramos las cosas tal cual son? Si no denunciamos las cosas, nunca se hará justicia, debemos aprender a salir adelante, a no tener miedo, a decir la verdad, y sobre todo, recordar que las apariencias engañan, pero el corazón no; siempre tengan algo presente: "El hombre llega hasta donde la mujer quiere…" la solución queda en sus manos.

Roxana Nayelli Gutiérrez Zepeda.

Comentarios: nayelligz@gmail.com